Semana de la Conservación de Suelos

  • 2 de julio de 2018

El suelo: ese recurso natural olvidado

Ing. Agr. (M.Sc., Dr.Ing.Agr.) Guillermo A. Studdert
Profesor Titular, Facultad de Ciencias Agrarias, Universidad Nacional de Mar del Plata
Presidente de la Asociación Argentina de la Ciencia del Suelo

El 7 de julio de cada año celebramos en nuestro país el “Día Nacional de la Conservación del Suelo” instituído por Decreto del Poder Ejecutivo Nacional en 1963 en memoria del Dr. Hugh H. Bennet, conocido como el “Padre de la Conservación del Suelo”. El Dr. Bennet fue un impulsor en todo el mundo de acciones por mantener al suelo funcionando para cumplir con lo que se espera de él. El Dr. Bennet estuvo en la Argentina ayudando a los profesionales locales a aprender cómo utilizar el suelo y conservarlo al mismo tiempo.

Pero, ¿qué es el suelo? ¿alguna vez le prestamos atención? ¿nos pusimos a pensar en que ese montón polvo que ensucia, a veces “vuela”, se encharca, se endurece, y muchas cosas más, es bastante más que lo que ponemos en la maceta para “sostener” las plantitas que adornan nuestros lugares? Y si, el suelo es mucho, muchísimo más que eso.

La humanidad enfrenta hoy uno de sus desafíos más importantes: proveer alimentos a todos sin afectar a los factores que determinan la vida sobre el planeta. En esta cruzada de alimentar a los seres humanos y al resto de los seres vivos que habitan la Tierra, el suelo tiene un rol fundamental. Según nos dice la FAO, el suelo es “donde nacen los alimentos”.

Sin embargo, si bien el papel del suelo en la producción de alimentos, fibras, energía y medicamentos es una de sus funciones más tangibles y reconocidas, su rol en el ecosistema es mucho más que eso. Es protagonista en el ciclo global del agua, del carbono y de los nutrientes, y es responsable de la desactivación de sustancias potencialmente perniciosas para la vida. Es, además, uno de los componentes de la biosfera más ricos en diversidad por la inmensa población de organismos que habitan y funcionan en su seno y protagonizan la mayoría de sus procesos. El adecuado funcionamiento del suelo no sólo garantiza la disponibilidad de alimentos, sino que es necesario para disponer de agua y aire limpios y contribuye a que los demás recursos naturales cumplan con su función en el contexto global. Hoy se considera que “el suelo sustenta la vida”.

El suelo es un recurso natural no renovable. No obstante, en la conciencia colectiva de nuestra sociedad, no es tenido en cuenta como tal. Cuando se habla de la preservación de los recursos naturales de nuestro país, nunca se menciona al suelo. Consecuentemente, la presión social para que los decisores lo tengan en cuenta en las políticas públicas, es escasa. Sin embargo, al igual que cualquiera de los demás recursos naturales, el suelo es un legado de quienes nos precedieron en la historia para que nuestra generación pueda subsistir. Este legado social debe ser cuidado porque será parte de nuestro legado para que las generaciones futuras puedan usarlo para garantizar su subsistencia.

Desafortunadamente, el mal y descuidado uso del recurso para producir alimentos, fibras, combustible y otros, ha llevado a que una importante proporción de los suelos del mundo y de la Argentina, estén en problemas para cumplir con su función. Es decir, han perdido o están perdiendo su salud. O sea, sufriendo degradación. La alteración de las propiedades físicas, la disminución de la actividad biológica y de la materia orgánica, el desbalance de nutrientes, la pérdida misma del suelo, son, en general, consecuencia de haber hecho un uso inadecuado del recurso. Reemplazar las funciones afectadas con alguna práctica o acción de manejo, ha sido la salida ficticia e incompleta para tratar de compensar la disminución de salud. No obstante, es una hipoteca a futuro y, según se ha comprobado, ha llevado a otros problemas en el ambiente.

Usar el suelo para producir alimentos es ineludible. Mantenerlo saludable, es imprescindible. Los que lo manejamos y lo utilizamos tenemos su salud en nuestras manos y debemos velar por mejorarla y las herramientas para lograrlo, existen. No obstante, también es imperioso que la sociedad que se beneficia con lo que el suelo le brinda, tome conciencia de su importancia y fragilidad y demande las acciones para su mejora, protección y conservación. Ese recurso natural que nos permite vivir necesita atención. No se la neguemos. De él depende nuestro futuro.

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